Salas
Sala Rosa
A partir de los 45 días de edad.
A partir de los 3 meses el lactante puede mantener la cabeza en el eje del tronco y sostenerla derecha y firme. Todavía al comienzo suele lograrse que el niño retenga en sus manos un objeto, pero pronto pierde el reflejo de prensión palmar. Las primeras aproximaciones de la mano al objeto apetecido, a los 4 o 5 meses son siempre precedidas por la fijación ocular sobre dicho objeto. En torno a los 6 meses se atenúa la tendencia bimanual para asir los objetos, pero cada vez que una mano atrapa algo lo transfiere a la otra que a su vez, lo devuelve a la primera y así sucesivamente. Hacia los 5-6 meses descubre sus rodillas y pies y no tarda en tomarlos y hurgarlos llevándoselos a la boca; en esta etapa desarrolla juegos sociales sonriendo y vocalizando, demuestra deseos de atención social y de interés por los otros, muestra interés en nuevos estímulos, vocaliza socialmente: arrulla y gorjea cuando se le habla, conversa consigo, con las personas o con los juguetes, comienza a responder a su nombre, grita cuando está feliz, vocifera cuando está enojado, está mas tiempo despierto y comienzan a regularizarse de manera estable sus horarios de alimentación, sueño y actividades exploratorias. Entre los 6 y 9 meses es el período más emocionante en el proceso evolutivo del primer año. El estado de ánimo del bebe en general es cordial, expresa cada vez mejor lo que siente: se estremece de alegría cuando ve algo que realmente le agrada, estira los brazos para que lo carguen, si se enoja o se desilusiona lo evidenciará con la expresión de su cara o un grito. Aunque todavía no está listo para gatear, su espíritu curioso lo llevara a esforzarse para desplazarse, ya puede voltearse fácilmente de un lado a otro, los miembros superiores adquieren capacidad de desplazamiento. El bebe sonríe y palmotea al ver a otros niños, voltea la cabeza al escuchar su nombre, ya identifica personas conocidas, se abraza y llora cuando siente temor ante un extraño, juega con la comida y demuestra algún interés por alimentarse él mismo con sus dedos, disfruta del baño y juega con el agua. Entre los 9 y 12 meses comienza a responder a las órdenes simples dadas verbalmente. Imita sonidos emitidos por los demás, dice mamá y papá como nombres de personas, responde con gestos a acciones y a pedidos más complejos, comprende más palabras de las que puede decir.
Sala Lila y Celeste
A partir del primer año de edad.
Habitualmente en todo este periodo hasta los dos años aproximadamente se denomina a los niños como deambuladores, ya que se caracterizan por sus impulsos motores. Afirma los logros alcanzados en el periodo anterior, haciéndolos mas específicos y en el que adquiere vital importancia el desarrollo de la capacidad de comunicación y comprensión del lenguaje. Se relaciona mas activamente con otros niños, los reconoce y los nombra, aunque todavía los trata como objetos manipulables. Aparecen matices en las actitudes afectivas: los celos, el enojo y la rabia. Puede permanecer más tiempo solo. Es tímido frente a extraños. Imita acciones que causan gracia, en busca de volver a provocar risa en los espectadores. En la última etapa de este periodo, el niño logra adquirir un alto grado de autonomía, por el desarrollo gradual y progresivo de las capacidades afectivas, motoras, intelectuales y sociales. Ya se mantiene de pie y generalmente comienza a dar sus primeros pasos tomado de mano o apoyándose de una baranda y más tarde cuando se sienta seguro lo hará solo. Puede girar estando sentado, se agacha para recoger un objeto. A los 15 meses ya camina con mayor seguridad, iniciando el freno inhibitorio. Es capaz de inclinarse y mirar entre sus piernas. Baila al compás de la música. Sube una escalera gateando. Es capaz de tirar la pelota por encima de su cabeza y patearla si va caminando. Sus juegos preferidos son tomar, arrojar, meter, sacar. Usa varios objetos sin centrarse en ninguno. Le gusta el juego de las escondidas. A los 15 meses será capaz de formar una torre con cubos y luego la volteará. Se entretiene durante lapsos mas prolongados en sus juegos. Explora todo lo que está a su alcance. Toma con pinza digital superior y puede soltar los objetos voluntariamente. Pasa objetos de una mano a otra y agarra un segundo objeto para tener uno en cada mano. Pone, saca, coloca, encima, toma, suelta, arroja, frota, golpea, balancea, agita, arrastra, empuja objetos. Puede rasgar y garabatear. Sus acciones son intencionales y experimentales. Es muy activo. Obedece órdenes sencillas. Señala lo que desea. Da un objeto cuando se le pide de palabra o con el gesto. Mira la expresión del interlocutor. Las primeras palabras que utiliza están relacionadas con sus necesidades básicas, la alimentación, su cuerpo, sus juegos y los otros significativos. Pero aún la misma palabra representa una diversidad de objetos. Comprende mucho más que lo que puede decir. Responde o contesta cuando se lo llama por su nombre.
Sala Naranja y Amarilla
A partir del segundo año de edad.
El niño de 2 años requiere fundamentalmente un clima que le proporcione seguridad sobre todas las cosas, ya que este será el segundo grupo social que integra. Dicho ambiente solo es posible si el afecto y la comprensión acompañan al niño en sus logros cotidianos, en sus trabajos, en su crecimiento. El niño necesita nuevos estímulos para sus nuevas y mayores posibilidades. Al adquirir más equilibrio en las diferentes posturas, camina con seguridad y controla sus movimientos. De esto surge la conveniencia de incentivar su actividad motriz, ofreciéndole todo tipo de material que satisfaga sus necesidades: juguetes, aros, pelotas, triciclos. Su pensamiento es ahora pre-operatorio pero requiere toda clase de experiencias sensoriomotrices; está ansioso por tocar, oler, llevarse a la boca, observar los objetos del mundo circundante. En lo que se refiere a la expresión oral, el niño de dos años posee un rico lenguaje, aun deforme, es común escuchar que en sus relatos se refiere al hablar de si o cambia los tiempos verbales. A esta edad se encuentra en la etapa del juego paralelo y solitario: Juega al lado de otro compañero pero lo ignora. Sus intentos de integración están conectados más con la agresividad que con el deseo de compartir.
Sala Verde
A partir del tercer año de edad.
El niño de 3 años trata de adaptarse a los compañeros, a los maestros, al mismo jardín, está integrando al segundo grupo social. Para ello debemos proporcionarle todo el afecto, la comprensión y la seguridad que necesita. Todavía se le hace larga la permanencia en el jardín, por ello necesita cambiar varias veces de actividad. En general el niño de 3 años responde muy bien a las consignas, aunque a veces tiene sus caprichos y berrinches que pasan rápidamente. Aún le cuesta pensar que existe el otro y a veces se siente agredido con un simple empujón. Le gusta jugar con agua y lavarse las manos. Le encanta mostrar sus habilidades y destrezas en los juegos del parque. Siempre se encuentra en movimiento, pues camina y corre seguro. Le agradan los juegos de perseguir y atrapar. Una de las tantas tareas importantes de la docente es ayudarlo a que comparta y que piense en el otro. Le gusta oír cuentos breves con historias de niños o animales. Ya se siente capaz de distinguir y nombrar las partes de su cuerpo. Sus oraciones tienen una mejor estructura que a los dos años. Su vocabulario se enriquece continuamente. Todavía no dialoga, sino que monologa. Es capaz de comer sin derramar y toma la taza con una sola mano. Expresa sus deseos de evacuar por medio de gestos o palabras. Le encanta cantar y bailar para divertir a los demás. Constantemente la docente debe estimularlo y proporcionarle todo tipo de materiales para que el niño pueda compartir y a la vez enriquecerse. La presentación de diferentes materiales debe satisfacer las necesidades de exploración. También son importantes los distintos juegos que la docente ofrece, así el niño se divierte, se enriquece y socializa. El juego lo llevará a conectarse con los demás y a estimular su expresión oral. Necesita que la docente lo apruebe y felicite por sus logros cotidianos y sus trabajos, eso lo lleva a sentirse seguro de si mismo y a animarse a crecer. Juntos, tanto padres como docente, conociendo cómo es, piensa y siente el niño, podemos ayudarlo a crecer y socializarse.
Sala Roja
A partir del cuarto y quinto año de edad.
El niño no tiene problemas de adaptación con sus compañeros y maestros. Para ello, necesita de todo nuestro afecto, comprensión y seguridad. Responde muy bien a todas las consignas, es muy activo, juega y participa de tareas grupales. Crea historias y canciones, disfruta con los sonidos de las palabras, las memoriza de algún libro preferido o lee imágenes de cuentos para si y algunos amigos. Una forma de estimularlos es presentarle libros coloridos y con relatos. Es explorador, se interesa por el mundo que los rodea, las plantas y sus formas de vida. Su vocabulario es amplio, puede entablar una conversación grupal y se enriquece escuchando y repitiendo. Le gusta las construcciones con bloques, agrupar y diferenciar elementos, armar rompecabezas, jugar al dominó y a las cartas. Le encanta la magia y los experimentos. La pregunta es su principal instrumento, le interesa el cómo y el porqué. Se interesa por las letras y las palabras, tiene apuro por escribir su nombre, su necesidad de aprender y de explorar es inagotable y se observa ante cada pregunta. Constantemente la docente debe estimularlo y proporcionarle todo tipo de materiales para que el niño pueda enriquecerse. La presentación de diferentes materiales debe satisfacer las necesidades de exploración del niño, también se ofrecen juegos, así se divierte, se enriquece y socializa. Comparte ideas sobre personajes de TV y diferencia los que son para niños, al igual que colores y ropas. Se interesa por la numeración preguntando cuántos dedos tiene en una mano contando caramelos o galletitas. A los 4 y 5 años se encuentra atravesando la etapa pre-operatoria del pensamiento, lo cual implica que puede aprender toda una serie de hechos aislados de modo simultáneo en una síntesis interna. Su pensamiento es estático, con imágenes concretas sin signos abstractos e irreversibles. Posee cierta capacidad de espera y de tolerancia, pero limitada a las circunstancias individuales y del ambiente grupal. Le importa ser escuchado por el adulto, que éste participe de sus juegos y al mismo tiempo colaborar con él. La tarea de la docente es poder dar y recibir en una relación cálida que permita al niño manifestar su afecto. Está maduro para alimentarse, vestirse y en cierta forma higienizarse por sus propios medios. Le gusta colaborar con el adulto en pequeñas tareas diarias, preparar la mesa, repartir galletitas, guardar juguetes, ayudar cuando la actividad lo permita. El niño se inicia hacia el preescolar, esto implica el desafío de lograr una articulación adecuada, respetando los objetivos propios de cada etapa educativa.